Transoxiana, Journal Libre de Estudios Orientales

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Estudios y Reportes Preliminares

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ISSN 1666-7050

Transoxiana Preprint Series 2 - Enero 2006

El imaginario de la muerte y la luna a través del tiempo (IV)
Mitos de deidades carroñeras: Pájaros asociados a diosas de la muerte

Introducción | I | II | III | IV |

Ana Silvia Karacic

Nirŗti y Kālī

Nirŗti y Kālī no son deidades carroñeras, pero están asociadas a la muerte en un sentido simbólico la última y en uno más concreto la primera. A esta altura del curso, hemos aclarado la función positiva del comedor de carroña, incluso de su importancia ritual en ciertas culturas. Lo que hoy nos provoca rechazo, antes era visto en su sentido más auténtico. ¿Deberíamos preguntarnos que nos ha pasado? ¿Hemos perdido la capacidad de asumir la realidad en todos sus aspectos? ¿Hemos idealizado la vida y negado la muerte y sus procesos coadyuvantes porque no somos capaces de aceptar la verdad tal cual es?

Es ese uno de los aspectos en los que el mito trabaja, y nuestros ancestros con la predisposición para aceptar su mensaje, y aún, desde tal vez un plano inconsciente, pudieron interiorizarla esa sabiduría. Hoy en día, debido a los procesos de demitologización, o lo que se ha dado en llamar la degradación del mito, perdimos casi esa capacidad. Y agrego, la mal llamada degradación del mito porque el mito no se degrada, lo que se degrada es la lectura que hacemos de él. Somos nosotros los que lo racionalizamos, nosotros los que hemos dejado de lado esa capacidad intuitiva que permitió a miles de pueblos lidiar con situaciones difíciles porque tenían el mito como respaldo interno. El mito es sinónimo de sabiduría de tipo espiritual, tiene que ver con nuestra estructura de conciencia también. Si hacemos una lectura alegórica, perdemos la esencia. Y lamentablemente a eso nos hemos acostumbrado. ¿Podemos creer que el mito existió y existe sin un sentido? No existe algo que carezca de sentido en el ámbito espiritual. Tampoco podemos hacer una lectura histórica. Al olvidar el mensaje que los mitos nos transmiten nos quedamos con el aquí y ahora, despojado de misterio, pero también de esperanza. Luego vendrán las religiones con su promesa escatológica, pero me permito decir que del mismo modo que el hombre “lea” el mito, “leerá” esa promesa, porque sin darse cuenta se ha auto-cercenado en su capacidad de ver más allá.

Por eso es tan importante tratar de vislumbrar qué nos dicen estas deidades que aparecen tanto en los mitos como en las religiones. Recuerden siempre que muchos mitos forman parte del bagaje que las religiones llevan consigo, y que los mismos son un instrumento de enseñanza. Haremos un acercamiento a Nirŗti. Para hablar de ella tenemos que referirnos primero a Yama, el Rey de los Muertos, el primer hombre que murió (según la mitología védica), y que abrió el camino para el resto de los hombres. Nirŗti es su contraparte femenina. Hay otra diosa que también es su contraparte y hermana, Yami, pero a ella no nos vamos a referir porque nos alejaríamos del tema que nos ocupa.

Yama no actúa solo en el Otro Mundo, es ayudado en su tarea por mensajeros llamados comúnmente Yamadūta. A su vez, Yama está asociado a los angiras, la palabra sánscrita “angiras” está relacionada con el griego “angelos”, con el significado de ángel o mensajero. En este caso, los angiras serían los asistentes más antiguos de Yama. También reciben el nombre de angiras o angirasas los sacerdotes del fuego, Agni. Y Agni es considerado, a su vez, un mensajero de Yama. Entre sus asistentes, Yama cuenta con un caballo bayo, con dos perros llamados Śyāma y Śabala que cuidan el camino hacia el trono del Señor de los Muertos. En el Rig Veda y también en el Atharva aparecen versos rogando a los dos sabuesos no devorar a los muertos. En el Hiraņyakeśin Gŗhya Sūtra, se menciona a un perro-demonio llamado Sīsaramā. El hecho de que se lo identifique con un demonio cuyos hijos son mensajeros de Yama, asocia a su vez a esos perros con un aspecto siniestro. Acá puede verse todavía la faceta del Tremendum. De ellos se dice que se revuelcan en sangre, se habla de su fiereza, aún cuando Yama de ninguna manera es vinculado con actos de crueldad. Pero todo adquiere sentido cuando recordamos la función de Cerberos en Grecia que comía carne cruda, según cuenta Hesíodo en la Teogonía (311-13). No hay duda de que los perros de Yama tiene un origen indo-europeo, no olvidemos que el Yima avéstico tiene cuatro perros que separan las almas de los buenos y los malos. Managarm en Escandinavia, es llamado el “perro de la Luna”, que se sacia con la carne de los que han muerto. Está presente el aspecto del perro no sólo como acompañante y guardián del Reino de los Muertos sino también en su función de carroñero. Agregaría un dato interesante, y es que Yamadūta o Yamadūtaka es la palabra por la que se denomina también al cuervo. Este carácter, que en la época de los Vedas no tiene connotaciones demasiado siniestras, se incrementa en la de los textos Brahmanas, y aun en el temprano período épico. Se especula con que ese carácter sangriento de los perros podría ser una proyección de la casta de los Caņdāla. El Caņdāla, un descastado en realidad, era mayormente un cazador por profesión, famoso por su crueldad según los textos, e invariablemente asociado a los perros.

Hay un aspecto de Yama que se relaciona con el Dharma. En el Mahābhārata, el héroe Yudhişthira es en realidad hijo del Dharma, y cuando se dirige a su última morada es seguido por un perro. Es casi una evocación del prototipo de Yama y sus perros. Entre sus mensajeros también se encuentran el búho y el buitre. Fíjense que aquí la paloma es junto con el buitre considerados pájaros de mal agüero, y ambos son asociados a Nirŗti. Son sus mensajeros. La muerte, bajo la forma de Yama y Nirrti está en relación con los pájaros, la idea de que los pájaros son formas manifiestas de los espíritus de los muertos continuó persistentemente también en Grecia. Para los indios, el cuervo representa a los ancestros fallecidos y se le da alimento en su memoria. A lo largo de los siglos siempre han sido asociados con espíritus ancestrales.

Hablemos de Nirŗti, ella es oscura, su ropa y las ofrendas sacrificiales también lo son. Por ejemplo, puede ofrendársele una vaca oscura y enferma. En cuanto a su identidad, las escrituras no son claras, se dice que mora en el sur, en una gruta hecha por ella misma. Recuerden aquí la imagen de Calipso en su gruta. A ella se le ruega que se aleje de los lugares de sacrificio para que no se produzcan daños. De las mujeres que no tienen hijos varones se dice que están bajo el poder de la diosa. Cuando se le ofrenda una vaca enferma, decrépita y negra, es porque se considera que está poseída por ella, por Nirŗti. En la Satapatha Brahmana se la llama “maligna”. Se dice que su región específica es el Sudoeste. Hay otra forma de esta misma diosa que recibe el nombre de Asunīti, su nombre significa “aquella que se lleva la vida”. Es evidente que es considerada un ser que tiene la tarea de llevar la vida del muerto a través de las puertas del Otro Mundo. Nirrti está también relacionada con el dolor, la ruina y concretamente la muerte, por eso es vista con mucho temor y aprehensión. ¿Es de extrañar que se la llame Mŗtyu en el Mahābhārata?. Ese nombre significa “Muerte”, y allí se la describe como una diosa oscura vestida de rojo, y el blanco de sus ojos está enrojecido. Su misión es destruir la creación (Mbh. XII:274). ¿Quién es esta diosa? Es la Tierra, por eso es de origen ctónico, pero hay aquí algo muy importante, está relacionada con el Orden Cósmico, el Ŗta, ella es su opuesto, pero los conceptos que son tan antiguos nunca son lineales. Nirŗti no es sinónimo de falta de Orden o de Ley; ella es el espíritu maligno que aferra a los hombres cuando violan el Orden. Es significativo que ella no sea relacionada en ninguna parte con el dios que se considera, en época védica, guardián del Orden, o sea el dios indoario Varuna. En tanto diosa oscura en su aspecto, y no sólo en su función, Nirŗti debe tener un origen mucho más arcaico que Varuna. Muy posiblemente se remonte en el tiempo a la civilización del Indo, pero existiría la posibilidad de que su lugar de origen esté en Asia Occidental. Muchas veces, esta diosa aparece desnuda, lo cual no es típico de las deidades de la civilización del Indo, pero sí de las de Mesopotamia y el Mediterráneo. Formaría parte de una tradición mucho más antigua que, según especialistas en India, sería un trasfondo común Indo-Sirio-Egeo.

Ella sería entonces una teofanía de la diosa de la tierra que se inserta en un patrón mucho mayor del que creemos. En cuanto a las ofrendas que mencionamos antes, tengamos en cuenta que esa asociación con la decadencia y la decrepitud son un aspecto de la muerte, en tanto son pre-condición de la misma. También está vinculada a las serpientes. Aunque ella desaparece para la época épico-puránica, sus funciones son tomadas y distribuidas entre otras deidades, entre ellas están Cāmuņdā y Kālī, sin mencionar muchas otras deidades femeninas importantes pan-indias, sectarias y regionales.

Veamos a Kālī. Le dicen “La Negra”, la de terrible aspecto, casi siempre aparece desnuda y con los cabellos revueltos. Lleva brazos y manos en su cintura a modo de adorno, así como cabezas cortadas en forma de collar alrededor del cuello. Dicen que suele aparecer en los campos de batalla en donde bebe la sangre de los caídos, o en los campos de cremación donde se sienta sobre los cadáveres, rodeada de chacales y espíritus menores que le obedecen.

Las primeras referencias a esta diosa aparecen en el siglo VI de nuestra era, y la sitúan en la periferia de la sociedad hindú. Aunque no hay dudas de su antigüedad. Es protectora de los ladrones. Se le pide para que destruya a los enemigos. De ella y sus demonios se dice que decapitan los cadáveres de los ladrones y beben su sangre. Kālī era adorada en los inicios en las tribus de cazadores primitivos en donde se le hacían ofrendas de sangre. También es adorada por la gente de casta baja en lugares salvajes, a pesar de que tiene sus templos. Aunque en realidad, esos templos, deberían ser construidos lejos de las villas y ciudades, cerca de los campos crematorios y de las moradas de los caņdālas o descastados. Todo este aspecto, tan terrible y sangriento, es la pantalla que oculta la verdadera naturaleza de la deidad, porque también la llaman “la Madre”, aquella que acuna y cuida a sus hijos. Aquellos que la adoran dicen que la ven “blanca”. Despierta devociones sin límite, amor incondicional, y la creencia en que aquello que ella destruye no es la vida en sí misma sino los obstáculos que impiden al hombre vivir de acuerdo al Dharma, y a la devoción. La diosa corta con su cimitarra las ataduras de la ignorancia que mantiene a los hombres ciegos a la verdadera naturaleza de lo divino. Sólo aquellos que entienden esto, pueden realmente adorarla.

Como podemos ver, Kālī es ambivalente. Aurobindo, místico hindú, era su devoto y la llamaba “mi Madre Divina”, y decía que si uno se acercaba veía el aspecto salvador porque ella era la que destruía las ataduras que unían al hombre con lo mundanal, con la ignorancia. Destruía el ciclo samsárico al que las criaturas estaban atadas. Él la llamaba: “la llena de beatitud”. Los dos aspectos están equilibrados, el que da la vida y el que la devora, por eso su nombre es Kālī, la forma femenina de Kālā, el tiempo. Identificada con la muerte por su asociación con el tiempo que todo lo corroe y devora. Por eso es la Negra, de la raíz prearia dravídica “Kal-“: negro. Los arios tomaron en préstamo las raíces Kal- y Khal-, de las lenguas dravídicas, luego las vincularon con el color “negro” y la “destrucción” y conformaron la palabra “Kālā”, que significa tiempo y muerte.

El poder de la diosa está siempre activo: Creación, Preservación y Destrucción. Forma parte de un proceso interdependiente y sin fin, simbolizado por el movimiento continuo de su danza. El nacimiento y la muerte son dos caras de un mismo proceso vital. Esto presupone la inmortalidad. Por eso, con su mano, hace el gesto que indica: “no temas”. En todo caso, lo que muere es el cuerpo. Como diosa negra, Kālī se inscribe en el simbolismo lunar. “Kal” es además, el nombre dravídico de la “luna negra”, la fase de no-manifestación de la que hablamos en nuestro segundo encuentro. Adorna su frente con una media luna, de esta manera se sitúa expresamente en el tiempo cíclico.

Como Principio Ultimo inmanifiesto, sin atributos, es Adhyakālī, el No-Tiempo, la No Manifestación. Como Principio Último manifiesto, es Kālī, generadora del tiempo que produce el universo, y así al final del ciclo cósmico, que ella misma creó, devorará todo. Dicen que es negra como la noche sin luna porque el negro borra todas las diferencias, por eso es adorada por personas de todas las castas. Está desnuda, “vestida de espacio” porque ha rechazado los velos de la ilusión.

Toda la parafernalia de sus atributos quiere decir que nada ni nadie escapa a su poder de muerte y destrucción. Pero la verdadera Kālī, dravídica y secreta, señala que todos los cadáveres son masculinos y blancos, o a lo sumo apenas cetrinos, no hay mujeres ni pieles oscuras. Acá hay una clara alusión a los invasores arios, siendo Kālī de origen pre-ario, la relación es obvia.

Morrígan y Badb

¿Qué mejor ejemplo que Morrígan y uno de sus aspectos, Badb, para ejemplificar a las deidades de la muerte y las carroñeras?. Nunca perdamos de vista la ambivalencia de estas diosas, sería un error polarizarlas. Los aspectos de fertilidad, soberanía, guerra y muerte, pueden estar combinados en una sola figura divina. En la antigua cultura celta, las figuras femeninas dominaban el mundo de lo sobrenatural, emanadas de la imaginación por medio del mito y la religión. Más tarde, el rol que tuvieron las diosas no fue ya religioso y no se las adoraba como tales dado que en el período en que fueron puestos por escrito los textos, dominaba ya el cristianismo.

Morrígan, diosa de la guerra, fertilidad y la profecía de muerte, tenía poderes sobrenaturales 'terribles', pero no era un ser demónico. La visión de Morrígan como un ser espantoso y maligno tiene detrás, o la falta de comprensión de la naturaleza ambivalente de la divinidad o la influencia de los misioneros y monjes cristianos que la despojaron de los aspectos positivos, tal vez pensando que si retenía los oscuros sufriría el rechazo de la gente.

Entre sus funciones está la de realizar las loas por los muertos, la de profetizar la muerte a través de otra de sus formas: “la lavandera del vado”, una mujer que se aparece a los guerreros que van a la batalla y que está lavando su propia ropa ensangrentada. Ellos reconocen su ropa y saben entonces qué destino les espera, por eso es tan temida. Según el folclore, es Badb o Morrígan que se manifiestan bajo esta forma, de todas maneras no hay diferencia ya que son la una y la misma esencia. Badb aparece en el campo de batalla, bajo forma de anciana decrépita, buitre o cuervo, lamentándose antes de la batalla, como la Banshee o graznando sobre los cadáveres.

La versión moderna de Morrígan retiene sólo su aspecto de muerte, guerra y algo del don de profecía. De sus tres aspectos, el de la mujer anciana, representa tanto la Sabiduría como la Muerte, y es asimilada a la figura que se conoce como Anciana del Oeste. Cuando aparece como diosa de la guerra, toma también la forma de un cuervo. El nombre Morrígan da pistas de su esencia, en especial: (Mor + Ríoghain) o Reina Fantasma o Espectral.

Si seguimos con la etimología de Morrígan, vemos que 'Mor' es un equivalente del antiguo alto alemán 'Mara' y del anglosajón 'Maere'. De allí derivaría 'nightmare' (se refiere a un espíritu fantasmal femenino, si bien hay otra versión que explicaré más abajo). En lengua sueca, 'Mara' es una persona que por la noche se transforma en un ser maligno que ataca al ganado y al hombre. La palabra 'nightmare' habría quedado en la memoria popular para designar a la pesadilla o mal sueño (por las asociaciones nefastas), pero la 'pesadilla' a su vez se asocia con la noción de súcubo e íncubo que oprimen al durmiente sentándose sobre su pecho y ahogándolo con su 'peso', pudiendo provocar su muerte. Volviendo a la etimología de Morrígan, como 'Reina Espectral', vemos que es afín con su naturaleza. Rosalind Clark y otros investigadores encuentran similitudes entre ciertos aspectos de Morrígan (Badb específicamente) y Lilith (pero hay que ser prudentes antes de hacer identificaciones interculturales). Morrígan y Badb sí se identifican más adelante y se enfatiza así su naturaleza ambivalente.

Badb es asociada con la Bean Sidhe, y eso es totalmente válido si tomamos la designación literal, ya que significa “mujer del Sidhe”. El Sidhe es uno de los nombres del Otro Mundo, y Badb no pertenece a este mundo sino al Otro. Pero, en tiempos modernos la Bean Sidhe o Banshee pasó a designar a un espectro, generalmente femenino, cuyo lamento profetiza la muerte de alguien. La Banshee está asociada a ciertas familias antiguas irlandesas, escocesas y galesas, también en el área inglesa se la considera incorporada al folclore.

Morrígan puede aparecer bajo la forma de vaca, lobo, cuervo, y algunas otras más. Es diosa tutelar del héroe del Ulster, Cuchulainn (por eso lo protege) y le dice: Yo estoy custodiando tu lecho de muerte y estaré cuidándolo en el futuro" y "Es protegiéndote que yo estuve, estoy y estaré. Ella trata de ayudarlo, pero cuando él la rechaza se enfurece, a pesar de eso, hasta en el último instante va a advertirle, el día de su muerte, y a acompañarlo mientras agoniza. Parecen adversarios de la misma categoría, no una diosa y un semi-dios (Cuchulainn tiene al dios Lugh como padre). Cuando Cuchulainn muere, Morrígan toma forma de cuervo y se posa en uno de sus hombros para estar con él tal como se lo prometió en vida. Hay aquí también una manifestación de su función de psicopompo.

Ella le dice a Cuchulainn que es la guardiana de su muerte. Es descrita pronunciando los destinos colectivos de aquellos involucrados en las batallas. Hay un relato, “La destrucción de la posada de Derga”, en la que un rey llamado Conaire entra en la posada, y en el crepúsculo entra también Morrígan bajo la forma de una anciana decrépita, y le dice a Conaire: ni tu cuerpo ni tu carne escaparán del lugar al que has venido, salvo aquello que los pájaros puedan llevar en sus garras. Demás está decir que es un relato Bruidhean. Además da a conocer toda una lista de sus nombres entre los que está Badb. Acá pueden ver bien la asociación entre esta diosa y sus manifestaciones divinas, con los pájaros como mensajeros de la muerte.

Si bien ella presagia más que provoca el destino nefasto se puede ver en su mensaje, que es mediadora, pero hay algo de horroroso en su propia naturaleza. Esto ya lo mencionamos en relación con la función del pájaro en este Imaginario. Hay algo de aterrador en las mutaciones, en sus profecías y en la relación entre ambas. Los misioneros cristianos representaban a las deidades como demonios. En el caso de Morrígan encontramos una glosa sobre la lamia latina que dice: 'monstruo en forma femenina, ej.: morrígan'. A partir de allí su nombre pasó a significar solamente apariciones siniestras. Incluso se habla de espectros y morrígans.

En su forma de Badb, se la asocia con los pájaros carroñeros que sobrevuelan el campo de batalla, asimilada también a demonios de la guerra. Se ha propuesto, hace ya tiempo, una conexión entre estas deidades de los campos de batalla (luego vistos como espíritus demónicos) y las valkyrias. Esos paralelos podrían haberse formado en la época en que los celtas y los germanos compartían las tierras de Europa Continental.

Morgana

Morgana, al igual que Morrígan y Hécate, va acompañada en algunos momentos por perros negros. Frecuentemente son vistas como manifestaciones de la Diosa Oscura. Asociadas a cuervos, y su función permite mantener el equilibrio necesario para evitar las pestes que derivarían de la exposición de los seres muertos. En otro plano, esa misma es la función que Morgana heredó de Morrígan. Este aspecto se pasa por alto muchas veces, pero es tal vez uno de los más importantes. Ella reprocesa todo lo que se está consumiendo o muriendo, transformándolo en algo más simple y elemental. Es el aspecto de la transformación de lo creado, y sólo es accesible a una deidad de esa naturaleza. En su aspecto de Gran Cuervo, de ella se dice que es la última carroñera de los campos de batalla, y se toma como ejemplo el episodio en que lleva a Arturo a la isla de Avalon, con tanto fervor como las valkyrias llevaban a los guerreros caídos al Valhalla. Esa era también la función de Morrígan, Badb y Nemhain.

Hécate

Así como Artemis personifica la luna creciente, Selene la luna llena, Hécate es la cara de la luna negra. La poetisa Safo la llamaba “La Reina de la Noche”. Hay una imagen en que esta diosa lleva dos antorchas en sus manos, iluminando la oscuridad. Tal vez, Safo la llamaba así debido a la intuición que permite ver la forma de las cosas no visibles. Tal vez por eso ella es, junto con Hermes, la guardiana de las encrucijadas en las que el camino correcto no se conoce. La acompañan sus perros negros, que la siguen ciegamente. A veces, Hécate aparece con tres cabezas, como Cerberos y con seis brazos, casi una reminiscencia de la diosa india Kālī. Es identificada como el aspecto oscuro de Artemis. Ella es un ser del mundo subterráneo en el que puede transformarse si es ofendida, retirando entonces su luz. Como si la unidad primordial de la diosa madre se hubiera dividido y adquiriera en Hécate la personalidad oscura. Esto está en consonancia con la tendencia que surge en la Edad del Hierro de separar el aspecto oscuro del patrón cíclico y oponerlo a la luz. Ya en tiempos cristianos, Hécate fue vista como un ser amenazante, a pesar que aparece en el himno a Demeter como la única que puede escuchar a Perséfone secuestrada en el mundo subterráneo.

Según la postura de Miriam Robbin Dexter, discípula de Marija Gimbutas, la indoeuropeísta, Hécate, en sus múltiples formas es una continuación de la antigua diosa pre-indoeuropea, señora de la vida, la muerte y la regeneración. Era adorada a través de danzas extáticas. Ella representaría las diversas fases de la vida: la virgen joven y fuerte, la que da el nacimiento y protege maternalmente, así como la anciana temible y peligrosa. Estos aspectos son análogos a las fases de la luna en sus manifestaciones de creciente, llena y menguante. Porfirio (siglo III d.C.) dice que era llamada por los antiguos “la Luna”.

Personifica la muerte, la profecía, es la deidad que mata con venenos tomados de los cementerios. Algunas veces dicen que aúlla como los perros que la siguen. En Turquía occidental, en Caria, sus adoradores sacrificaban perros en su honor y realizaban rituales orgiásticos. Dicen que se ocupa en extraviar a los viajeros cuando se encuentran en las encrucijadas. Lleva algunas veces serpientes enroscadas en su cabello. Hay una estatua suya en el templo de Efeso. Sus hierbas favoritas son la mandrágora, el acónito y la adormidera. Está en su poder envíar el fantasma nocturno de la angustia o Empusa. Algunas veces aparece en calidad de vampiro o de lamia. Es la madre de todos los encantamientos y hechiceras, es la Madre Terrible que actúa desde las profundidades de la psique (según Jung). Pero no debemos olvidar que ella multiplica el ganado, preside los partos y las bodas.

Hesíodo, en la Teogonía 410-414, dice:

Asteria concibió y parió a Hécate, a quien Zeus, hijo de Crono, honró por encima de todos los dioses, llenándola de las más cumplidas mercedes. Su potestad abarca la Tierra y el mar infecundo; pero no acaban ahí sus privilegios, sino que los tiene también en el estrellado Cielo, y es entre todas respetada por las deidades inmortales.

Zeus le dio su parte en la tierra, las aguas y el cielo estrellado. También es llamada “la distante” y “la Loba”, y si se le hace caso a Hesíodo, es una de las hijas de la Noche. Su madre Asteria sería hermana de Leto, la madre de Apolo y Artemis.

La Anciana de la Oscuridad o Cailleach

Hay una figura que aparece asociada tanto en Irlanda como en Escocia y Gales, al tiempo de Samhain, es la Cailleach Bheur (Killoj Ber en irlandés) o Cailleach Bheara (Kalliaj Bera en escocés). A pesar del origen irlandés de las deidades celtas insulares, es en las Highlands escocesas donde la Cailleach o Anciana de la Oscuridad es más popular, o al menos donde el folklore asociado a ella es más profuso y rico. Esto es bastante raro si lo comparamos con la forma en que se ha difundido el resto de la mitología insular. Teniendo esto en cuenta, se ha planteado por parte de los mitólogos y folcloristas una posibilidad, no necesariamente cierta pero sí posible: Cailleach podría ser una deidad pre-celta, pero ¿por qué se conserva más y mejor en las Highlands escocesas a diferencia de lo que ocurre con el resto, sobre todo teniendo en cuenta que el foco de difusión casi siempre fue Irlanda?

La respuesta que se ha propuesto es que si la Cailleach Bheara es autóctona o al menos pre-celta, debemos tomar en cuenta la posibilidad de su mayor desarrollo en las Highlands debido a su inaccesibilidad, a las zonas de marismas que hay que atravesar, y a lo difícil que era vivir en esas regiones. Esto podría hablarnos de su mejor conservación en una zona cerrada, por así decir, que permitió la pervivencia de sus características más antiguas. Así, podría haberse transmitido la creencia a Irlanda donde habría sufrido mayores modificaciones debido simplemente a la naturaleza de un territorio más abierto y accesible, e incluso un mejor clima. La conclusión más aceptable se considera que es la que sostiene un origen pre-celta en Escocia. Allí se la habría asociado a una deidad muy antigua, también una anciana, llamada Black Annis o Annis Negra. Esta figura, aparece bajo la forma de una anciana decrépita, temida por todos, y a la que por respeto se llama Gentle Annis o Annis Benévola. Esta imagen aparece en Escocia pero no en Irlanda.

Gentle Annis es una manera de llamarla porque en realidad era una figura nefasta, es más, ella se le aparece al último hombre que recoge la cosecha, o sea a aquél que no tuvo tiempo de recogerla y eso es considerado un mal augurio para el año siguiente. Cailleach nace todos los años en Samhain, el tiempo de oscuridad, y desaparece o se transforma en piedra en la víspera de Beltaine, el tiempo de luz (es decir desde el 31 de Octubre hasta el 31 de Mayo). Ese es su dominio, en el que ella adquiere mayor fuerza. Desde Samhain hasta Beltaine, desaparece porque se vuelve inactiva en su función (se petrifica, según el folclore), y de ahí que muchas de las piedras grises erguidas que aparecen en Escocia sean consideradas formas de la Cailleach, y adoradas como tales. De ella se dice que deambula por la tierra, lentamente, golpeándola con un bastón, para evitar que crezca la vegetación, y llamando a la nieve y a la tormenta. Es su manera de frenar la fertilidad de la tierra. Asociada al Oeste, introduce el temido invierno, la oscuridad, el hambre y por supuesto, la muerte. Y es aquí en donde enlaza Cailleach en nuestro Imaginario.

¿Fueron las valkyrias siempre doncellas?

Hay una teoría interesante con respecto a las valkyrias que sostiene que en los inicios no eran las doncellas hermosas que buscaban a los caídos en batalla montadas en caballos. El hecho de que se las describa a veces como seres alados y a caballo, nos da una pista importante de la antigüedad de su función. Se las llama también doncellas-buitre. Lo que aquí importa es la función y la forma que ese ser ha tomado a lo largo del tiempo. ¿la imagen de la doncella podría ser un enmascaramiento ante el miedo que despierta ese ser y su función? ¿Cumplirían las valkyrias la misma función que la irlandesa Badb que recorre los campos de batalla buscando los cuerpos de los caídos?. En síntesis, la teoría las refleja bajo la forma de ancianas, una imagen más acorde con la función que cumplen. Mitológicamente cierra mejor. La valkyria es una imagen romántica que adquiere mucha fuerza luego con la dimensión que alcanza el Cantar de los Nibelungos. Ellas estarían originalmente más cerca de las dísir, deidades menores femeninas, tutelares, que anuncian muerte, y que se desplazan a caballo. También pueden haber sido espíritus terribles, bajo forma alada, asistentes del dios de la guerra y de los muertos. Espíritus que fueron conocidos por su característica de devorar los cadáveres de los caídos. Tenían un aspecto terrorífico. Pensemos que la transformación es una defensa psíquica también. Ellas no serían las únicas que la habrían sufrido, habría comenzado posiblemente después de los siglos X u XI. Están vinculadas a los lobos y a la sangre, y de ellas se dice que tejen el devenir de la batalla deleitándose en la sangre derramada sobre sus propias ropas (Heimskrimgla; Sturlunga Saga; Viga-Glúms Saga). Vean qué poco tiene que ver esta descripción con otras que aparecen en textos de la misma época (Hákonarmál) y otros posteriores.

La Muerte-Demonio como caballo

Simbolismo del Caballo

Su simbolismo es tan complejo y tan poco determinado que aquellos interesados en simbolismos todavía discuten si el caballo tiene connotaciones ctónico-funerarias o es absolutamente solar. Es interesante notar algo, no necesariamente debemos elegir una asociación. Parecería que el caballo comienza teniendo una relación con la tierra y lo funerario, con la muerte. Luego, a medida que se van produciendo los cambios en las etapas de evolución de conciencia, su asociación se va haciendo casi excluyentemente solar. Por supuesto, esto está en relación con los pastores, guerreros, pueblos para los cuales el caballo era crucial y que sí tenían una orientación religioso-simbólica de tipo uránico y solar. Ha sido un animal sacrificial por excelencia. Representa la fuerza y los instintos exaltados, también lo inconsciente. En Alemania e Inglaterra se considera que soñar con un caballo blanco es presagio de muerte. Tiene ciertas connotaciones mágicas, sus asociaciones con las aguas lo acercan también a las fuerzas inferiores (vemos su relación con Plutón y Neptuno). Hay imágenes, retenidas por el folclore, en que el caballo surge galopando desde las profundidades de la tierra o los abismos del mar. Se lo llama “Hijo de la noche y del misterio” (según comenta Chevalier en su Diccionario de Símbolos), y nos dice que puede representar a aquél caballo arquetípico portador tanto de la muerte como de la vida. Está ligado al fuego y al agua. En ambos casos, estos elementos son ambivalentes, pueden traer vida o muerte. El caballo forma parte de una serie simbólica que si quisiéramos podría prolongarse más, pero para nuestro curso nos interesa su lugar en la serie tierra Madre-Luna-Aguas-Sexualidad-Sueño-Inconsciente-Adivinación-Vegetación y Renovación periódica (que implica “muerte”).

Cuando el caballo abandona el ámbito oscuro de la noche y la tierra, se dirige simbólicamente de la mano del héroe al día y al cielo, se transforma en animal solar o uránico. Aquí se pone de manifiesto otra faceta, no representa ya los instintos descontrolados, sino aquellos dominados, representa la sublimación. Dice Chevalier: (el caballo)…es la más noble conquista del hombre. Pero no hay conquista eterna y, a despecho de esta clara imagen, el caballo tenebroso persigue siempre en el fondo de nosotros su curso infernal: es tan benéfico como maléfico…

El Potro y la Yegua de la Noche como mensajeros de la Muerte: el Pooka

¿Qué sentía el hombre ante las aves carroñeras? Rechazo al principio, seguramente, pero en definitiva, se trataba de animales relativamente pequeños. Por sobre todas las cosas, eran aves de presa que se alimentaban de “otros”, y esos otros podían ser animales más pequeños o cuerpos de hombres muertos, pero “otros”. Si no olvidamos la reacción más primordial del hombre ante la presencia de la muerte, esa huida en pánico, nos daremos cuenta que ese sentimiento surgía ante la confrontación por la muerte de otros, no por la propia.

De alguna manera, esto está implícito en la denominación Muerte-Demonio, Kolįo, “el/la que se oculta” y “el/la que oculta”. El hombre no pronuncia el nombre del que se oculta, sino el otro, en este caso el hombre que muere, se oculta, es de alguna manera amortajado de la vista del resto de los hombres vivos.

Las cosas cambian cuando nos encontramos ante la imagen del lobo, perro o serpiente, ya estamos ante una amenaza mayor. La imagen del pájaro permite al hombre una cierta suspensión de ese temor para darle tiempo a reconsiderar el destino del otro, o los otros: los seres vivientes y luego las criaturas en general. Comienza la conciencia del “tú”, así, teniendo presente la muerte del “tú” alcanza a tener presente la propia, el paso siguiente es tomar conciencia de la Muerte en sí misma. Cuando la Muerte-Demonio toma forma de pájaro, la amenaza para la propia vida disminuye, y aún más lo hace cuando asume la forma del caballo. Tanto en las estepas centro-asiáticas como aquellas por las que se desplazaron los indoeuropeos, el caballo era un animal al que estaban acostumbrados, sin que por eso se niegue el temor que provoca un caballo desbocado y furioso.

En los mitos griegos como en los teutónicos, los pájaros y los caballos, cuando están relacionados a nuestro tema, se asocian entre sí. Un ejemplo son las Arpías, una de ellas Okypete es llamada “la de raudo vuelo”, y este apelativo es usado una y otra vez en la Ilíada para referirse a caballos. Mencioné a Podarga, otra arpía, y no olvidemos que Podargos es el nombre del caballo de Menelao. Pero la arpía Podarga es imaginada generalmente como una yegua que se transformará en la madre de los dos corceles inmortales de Aquiles. La Gorgona alada es descrita a veces como un caballo, y da nacimiento al caballo alado Pegaso. En Persia, aún hoy, el ataúd significa “caballo de madera”. Sobrevive aquí la creencia en que un corcel llega hasta la casa del muerto para recogerlo y llevarlo al reino del Más Allá. Parecía que es la velocidad lo que convierte al caballo en una imagen apropiada para representar a la Muerte-Demonio. Aquí ya no tenemos ese sentimiento tan cargado de terror. Tanto el pájaro como el caballo, por su velocidad pueden aparecer de no se sabe dónde y desaparecer tan repentinamente como llegaron.

Tales apariciones y desapariciones, desde y hacia lo desconocido, son aspectos importantes de la Muerte-Demonio. Muchas veces es el jinete el que viene a buscar a la persona y no el caballo, y es allí en donde encontramos variaciones, por ejemplo, las valkyrias. Muchas leyendas de un jinete montado en un caballo blanco sobreviven en un Europa Central, dicen que proviene de tierras misteriosas y desaparece tan rápido como llegó. El tema del caballo en las tumbas griegas lo comenta Erwin Rodhe en Psyqué.

Siempre debemos recordar que los símbolos que aparecen en los sueños son ambiguos, depende de los elementos que se estén combinando en el símbolo. Tampoco son simples, podemos tener complejos simbólicos, o sea, la reunión de más de dos o tres símbolos. Cuando aparece el caballo en el sueño, su interpretación depende de muchos aspectos. Antes mencionamos un origen ctónico asociado a la tierra, y por lo tanto a la Madre, también a las aguas. Tampoco podemos olvidar su vinculación solar, su relación con la abducción cuando aparece en carrera desenfrenada.

La imaginación celta, siempre tan fecunda, asoció la Muerte-Demonio y sus emisarios a los caballos, los perros y los pájaros carroñeros. Centró en la figura de La Yegua de la Noche o Rhiannon, la diosa caballo, el aspecto nocturno y de muerte. En cuanto al Potro, Pooka o Phouka, es una palabra irlandesa para designar al diablo. Frecuentemente alude también a lo que se llama Bogy, que es un espíritu travieso en el folclore céltico insular. En este caso, tomaría la forma de caballo, dado que entre sus aptitudes está el poder del cambio de forma. Se lo presenta con características ambivalentes, ayuda al hombre pero también puede atacarlo. Una de sus funciones es el anuncio de una muerte o de un hecho terrible que pueda causar una muerte.

Las diosas Rhiannon y Epona

De la relación con “nightmare” se estableció la asociación con un aspecto oscuro de Rhiannon (diosa galesa que además está siempre relacionada a la fecundidad), aparece en la tríada Epona-Rhiannon-Macha, y las tres tienen relación con las yeguas. Recordemos que entre los celtas existe una creencia que sostiene que, en el momento de la muerte, un ser del Otro Mundo viene para llevarse el espíritu y lo hace bajo la forma de caballo, durante la noche. Por esa razón, las figuras de Rhiannon y de Epona eran las adecuadas. Pareció coherente la asociación entre 'nightmare', la muerte, la yegua, el ser ultramundano y Rhiannon en su carácter de diosa-caballo. Pero siempre aparece otra versión, como mencioné antes, ahora se discute si el término 'mare', como compuesto de nightmare, viene realmente de la misma raíz de la que proviene la palabra 'yegua', o si viene de otra raíz indoeuropea, *mer- que significa ‘pulverizar’, ‘aplastar’ (aquí se enlaza con el significado de la pesadilla), y se asocia con el latín mors, ‘muerte’.

De la forma animal a la humana

Uno de los pasos previos a la forma humana fueron las figuras híbridas antropoteriomórficas, por lo general asociadas a dioses y diosas, o a deidades menores. Hay una imagen de Demeter, con cabeza de caballo y rodeada de serpientes, dice la leyenda de su culto que ella llora la ausencia de su hija, loca de indignación y de ira. La asociación de las diosas madres con la Muerte-Demonio tiene connotaciones muy atávicas que parecen contradecir la razón, pero recordemos que estas imágenes, estas historias, están más allá de la razón, pasan por una intuición profunda de los puntos que tienen en común. ¿Cómo se llega finalmente a la forma humana? Hemos visto formas animales, y las razones para plasmar la imagen de la Muerte-Demonio en ellas parece coherente con lo que ellas manifiestan. Con las formas híbridas hay una intuición tal vez, de que no es suficiente con una forma, que para completar esa naturaleza hace falta incluir otro ser. Pero así tampoco fue suficiente. Es sólo con la forma totalmente humana con la que el hombre alcanzó el mayor grado de aceptación, y de rechazo. ¿Qué puede ser más aterrador que ver la Muerte con nuestra propia cara y saber quién es ese Otro? Por eso el juego permanente que hicieron algunos escritores como Borges de los reflejos en los espejos y el doble. Así, la imagen se vuelve más familiar al ser humano, y al mismo tiempo (como dice Herzog), más remota y pavorosa, fundamentalmente misteriosa. Esto indica que se ha producido un cambio actitudinal. Ya no se trata de la Muerte-Demonio en una imagen feral, instintiva y ciega, es como si cayera sobre el hombre, lo atacara, pero al ser ciega e instintiva está atada de alguna manera al azar. En cambio, la muerte bajo forma humana, si bien nos habla de un desarrollo y un grado de aceptación mayor del fenómeno en sí, le agrega un elemento que es el que produce el miedo, y es que no se trata de algo fortuito, su aparición se debe a un “plan intencionado” y dirigido hacia esa persona.

La Caída de la máscara

Esa figura, tal como lo relatan las leyendas o lo plasman los escritores, muchas veces permanece encapuchada, amortajada, velada. Eso la encierra en un hálito de misterio, e incluso, es como si ella tuviera conocimiento sobre la vida y el destino de la persona. No necesariamente la persona sabe quién es y qué quiere ese ser, pero lo intuye, sabe que hay un sentido en esa figura que lo visita. Hemos pasado del horror numinoso que mencionaba Rudolf Otto en su libro Lo Santo, y que ve la imagen del monstruo que lo desgarra con sus fauces, a la experiencia de la alteridad absoluta, oculta y misteriosa que encarnan las serpientes, las aves y el caballo. Ahora, aunque más velada la imagen, tiene ya facciones humanas. Comienza entonces a aparecer en la psique colectiva, la imagen del Dios de la Muerte. Siempre tenemos que recordar que no se da el mismo proceso en todas las culturas y al mismo tiempo. No se trata de un desarrollo lineal. Además, en muchas mitologías y religiones sobrevivirán las imágenes terribles que el instinto de los primeros tiempos plasmó. Doy un ejemplo que toma Herzog, y que es mencionado también por von Franz, cuando se trata de la Cacería Salvaje, esa jauría de lobos o perros negros de la Muerte que se desplazan aullando en las noches, y que son tan temidos en los países nórdicos y centroeuropeos, sólo tiene forma humana el que dirige el grupo, y su séquito está formado por animales-demonio, pero también aparece en paralelo la idea de que este grupo está compuesto por demonios antropomórficos llamados “los amortajados” (Herzog). Se los llama en el Norte, Huldren; noruego huldre, Islandés medio huldufolk, sueco huldra y el nombre deriva de helan que es el participio pasado femenino de *huldi que significa “los amortajados”.

Se cree que viven bajo tierra y tienen las mismas funciones que Hel misma. Aparecen bajo forma humana pero algunas veces toman formas animales. Aquí se cree que hay una sobrevivencia de ideas animistas que ayudaron a transformar a la Muerte en demonios de la muerte, pero no hay manera de probar este tipo de aseveración, lo único que podemos marcar es la posibilidad de que esa sea una de las explicaciones.

Von Franz dice en Sobre Adivinación y Sincronicidad, refiriéndose a una oración yoruba, una tribu del este de África que dice:

Muerte: contar, contar, contar, contar, contar continuamente, no me cuenta a mí;

Y explica que la muerte siempre cuenta, y es una desgracia si llega a nuestro número, porque entonces ella nos tiene a nosotros. La muerte siempre te separa de la humanidad, y según parece lo hace de forma consciente, sabiendo que ahora tal o cual persona han de abandonar la vida.

Un dios de la muerte que cuenta a las personas, el deseo profundo es no ser contado para poder escapar a una divinidad del destino que todo lo ve. Y von Franz menciona una expresión inglesa: His number was up, que se puede traducir como “Le llegó su hora”, en donde encontramos esta recurrencia del número y del contar. Es una expresión que se aplica cuando se considera que la persona ha fallecido en el momento en que tenía que hacerlo, no por accidente ni antes de tiempo. Dios, dicho en un lenguaje religioso, decide cuándo la persona ha alcanzado ese momento.

La muerte como el otro “yo” ambivalente: El Doble y La Sombra

La Sombra es la imagen más conocida de la creencia en el Doble, a tal punto que ha pasado a la literatura. Un cuento de Andersen que lleva ese nombre, muestra que la sombra de un sabio adquiere independencia, suplanta a su alter ego, y termina haciendo que lo condenen a muerte. Algunos investigadores como Régis Boyer sostienen que la asimilación de la sombra al alma está en la base de la creencia en que los muertos, las brujas y los brujos no tienen sombra. La Sombra sería la forma visible de la cara oculta del hombre, hecha de materia más sutil. Es otro sí mismo que posee todas las cualidades físicas y psíquicas del yo, tiene las mismas prerrogativas, y al morir su poseedor, se va al Más Allá, también llamado Reino de las Sombras. Cuando Patroclo muere y se le aparece a Aquiles, éste dice: ¡Dioses! De modo que hay realmente una sombra y una imagen en las moradas del Hades. (Ilíada, 23, 104). La creencia en que el difunto no posee Sombra es la señal de que ha pasado a otro estatus de existencia. La palabra griega eidolón se refiere a la sombra y al fantasma, y para designar al alma existen varios términos, entre ellos skia, “sombra”, que se utiliza como sinónimo de psyqué.

Confundida con el alma en la terminología de varios pueblos, la Sombra es el Doble, por eso pisar la sombra de otro es una ofensa grave, y hay un dicho medieval que dice: ¡lo que yo le hago a él, que él se lo haga a mi sombra!

La imagen y los muertos

Esta creencia, tan primitiva está en la base de la magia, y explicaría el papel que tienen no sólo en Grecia y Roma los sustitutos del muerto. También en Japón teníamos imágenes que se ponían en las tumbas y alrededor de ellas, para impedir que la sombra, imagen o doble del muerto saliera.

Se cree que el Doble vaga en el espacio y no puede alcanzar el Hades mientras el cuerpo no haya recibido la sepultura ritual. Ocurre lo mismo entre los indios canadienses y norteamericanos. El destino del cuerpo repercute sobre el destino del Doble. Jean-Pierre Vernant en Mito y pensamiento entre los griegos, dice a propósito de un cenotafio de Medea que data del siglo XIII antes de nuestra era: responde a creencias que conocemos bien. Cuando un hombre que había partido hacia tierras lejanas parece haber desaparecido para siempre, o cuando ha perecido sin que se haya podido traer su cadáver ni llevar a cabo con él los ritos funerarios, el difunto –o más bien su “doble, su psyqué- se queda errando sin fin entre el mundo de los vivos y el de los muertos… Puesto en sustitución del cadáver en el fondo de la tumba, el colossos no busca reproducir los rasgos del difunto, no busca dar la ilusión de apariencia física. No es la imagen del muerto lo que encarna y fija, sino su vida en el más allá… El colossos… es un Doble, igual que el propio muerto es un Doble del vivo.

sí, la sombra-doble es el punto de encuentro entre los mundos. El espejo siempre ha sido visto como una puerta de acceso al otro mundo, pero también se convierte en una trampa para el alma: en toda Europa se constata una costumbre, la de velar los espejos en la casa donde acaba de morir alguien. Temen que se fije en ellos el alma, o bien que vaya a reflejarse en ellos el “espíritu” del muerto, acontecimiento que tendría consecuencias nefastas. Claude Lecoúteux se pregunta, de dónde sacan los escritores todo esto que cuentan, ¿de otras fuentes librescas? o ¿desde el fondo de sí mismos?. ¿Se trata de arquetipos que sólo se encuentran en leyendas y supersticiones, remanentes de antiguas creencias que están enterradas en el fondo del inconsciente?

La creencia en el doble

Es una teoría que se desarrolló en base a lo que podríamos llamar experiencia. Desde muy antiguo el hombre intuyó que algo sobrevivía al cuerpo después de la muerte. Un principio que se concibió de distintas formas según las épocas y las culturas: un principio vital, espiritual, un doble psíquico y en muchos casos un doble físico. Otro aspecto, que venía indiscutiblemente asociado a éste, fue entonces la conciencia de la incapacidad para trazar una frontera entre este mundo y el otro o los otros, entre la vida y la muerte, y posiblemente tampoco pudieran hacerlo entre la vigilia y el sueño. El hombre tiene que haber distinguido rápidamente entre la muerte y la vida.

El tema del doble, está presente prácticamente en todo el mundo, y no podemos dejar de preguntarnos qué tipo de experiencia o qué grado mejor dicho, ha permitido que se desarrolle esta creencia lo suficiente como para que forme parte, bajo otras caras, de la mitología y que haya trascendido el tiempo. Las sagas escandinavas y los diversos textos celtas, muestran el espanto del ser humano ante la aparición de su doble. Entre los escritores suecos, es Strindberg quien hace decir a uno de sus personajes: El que ve a su doble es que va a morir. Tantos autores hablan de desdoblamiento o del alter ego, tanto antiguos como modernos, que vuelve aún más llamativo el tema. Borges rondaba siempre el tema de la imagen del doble, reflejo y los espejos. Vamos a ver luego ejemplos en sus poemas, en los que menciona también a la muerte y a la luna.

La creencia en el Doble está estrechamente relacionada con las concepciones diversas sobre el alma. Según la mentalidad pagana, recuerden esto, el sueño permite la circulación de espíritus, seres del otro mundo y del doble, sin importar las distancias. Es creencia prácticamente universal que los dobles están asociados unos con otros en lo invisible. El fenómeno por el que se ve al propio doble se llama autoscopia. Y decíamos que es creencia que ver a su doble implica una condena a muerte, y próxima. Sería una advertencia del destino. Los animales siempre han tenido un rol destacado en relación con este tema, esencialmente como formas de manifestación del doble espiritual zoomorfo que viene a despedirse del hombre.

El doble en el espejo

Son muchos los mitos que tratan de un ser humano que se mira en un espejo, en una superficie lisa y pulida o en el agua, y las consecuencias que esto trae. Según los gnósticos, Adán perdió su naturaleza celestial por haberse mirado en un espejo y haberse prendado de su imagen. La de Narciso es otra historia, con connotaciones diferentes. Escritores literarios han tomado esa imagen o reflejo por el alma. Un autor E.T.A. Hoffmann cuenta en Las Aventuras de la noche de San Silvestre, la historia de un reflejo perdido:

Erasmo Spikher se ha enamorado de Giuletta. Se ve obligado a dejarla y ella le pide que le deje su reflejo:

“¡Déjame al menos tu reflejo, amado mío! Lo guardaré como la cosa más preciada y no me abandonará jamás…

- ¿Cómo vas a conservar mi reflejo? –respondió él-. Es inseparable de mi persona. Me acompaña a dondequiera que voy y me es devuelto por toda agua tranquila y pura, por todas las superficies pulidas.

Así – dijo Giuletta-, te niegas a concederme incluso esa apariencia, incluso ese sueño de tu ser que reposa allí en ese espejo, ¡tú, que hace un momento todavía hablabas de pertenecerme en cuerpo y alma!…

- Si tengo que irme, ¡que mi reflejo quede en tu posesión para siempre y por toda la eternidad!

Giuletta tendió los brazos en dirección al espejo. Erasmo vio a su imagen, independiente de su cuerpo, vio que se deslizaba en los brazos de Giuletta y desaparecía con ella en medio de un vapor singular”.

Aquí hay otra historia, que será suficiente para demostrar lo arraigado de esta creencia:

Se llama El Estudiante de Praga, de H.H. Ewers. Balduino, el protagonista, vive en un cuartucho miserable y sólo por diversión hace un contrato con un tal Scapinelli. Le permite tomar lo que quiera del cuarto, que está vacío con excepción de un espejo. Scapinelli señala entonces el reflejo de Balduino en el espejo y la imagen sale de la luna y lo sigue. Margit, la amada del protagonista, rompe con él cuando se da cuenta que no tiene reflejo. Desesperado, el joven quiere suicidarse cuando aparece ante él su Doble, riendo burlonamente. Balduino le dispara un tiro con la pistola y el doble desaparece repentinamente. Aliviado, Balduino se acerca al espejo y se mira en él. Siente entonces un dolor violento en el pecho, se da cuenta que tiene toda ensangrentada la camisa y cae muerto al suelo.

En síntesis, esta relación entre el alma, el reflejo y su poseedor explica de alguna manera el miedo que sienten muchos pueblos ante las imágenes humanas, el temor a ser fotografiados por ejemplo, a ser retratados, o la advertencia de nunca mirarse en un espejo rajado. Subyace la creencia que cualquiera que posea la imagen de alguien puede actuar sobre el vivo a través de su Doble.

Conclusión

Llegamos a la conclusión entonces de que todo el Imaginario es producto de las miles de imágenes internas que nuestro propio ser ha creado a lo largo del tiempo, y me refiero al hombre como especie. Eso no quiere decir que visto individualmente no exista un miedo visceral en algunas personas. Lo que se expresa es una reacción psiquico-espiritual ante la experiencia de la muerte. Los analistas, de todas las corrientes, analizan este tema a través de los sueños que, en una persona se van dando a lo largo del tiempo. En la mayoría de los casos, con variantes, lo cual indica que en la persona se han producido cambios internos con respecto a ese tema. Y eso se ve en la variación de las imágenes de la muerte, pero también en la reacción y sentimientos que la persona manifiesta haber tenido en el sueño. Puede no variar la imagen totalmente, pero sí la actitud de la persona ante la imagen, eso ya es un cambio positivo. Por otro lado, también esa variación puede indicar que desde lo inconsciente está manifestando el problema, porque si la persona lo sueña es indicio de que algo lo preocupa o que no lo tiene resuelto. De maneras diversas, como una forma de mostrar facetas que permitan al soñador captar diversos aspectos de lo mismo, siempre proveen de nuevas posibles miradas. Podríamos decir que hay un despliegue de imágenes inconscientes. Nunca una imagen soñada se queda en lo que es, siempre tiene un significado que está más allá de ella misma. Por eso el dragón no es el dragón y el lobo no es el lobo. Y dice Herzog, que la forma humana que aparece tardíamente está ya contenida en forma secreta en todas esas otras imágenes. Y es sólo entonces, cuando la imagen de la Muerte-Demonio se vuelve completamente antropomórfica, que la completa riqueza del fenómeno de la muerte, aún en su incomprensibilidad comienza a surgir, aún a pesar de no poder ser completamente contenida en una imagen.

Pero cabe preguntarse algo más con respecto a la manera actual de encarar la muerte: ¿podría ese temor estar enraizado y potenciado por la ausencia de una creencia profunda en la Trascendencia del hombre? Sí así fuera, se justificaría el miedo irracional. Muchos de nosotros sostenemos la creencia en una existencia después de la muerte ¿Pero cuántos de nosotros hemos depositado una fe profunda y real en ese trascender que nos ayude al mismo tiempo a superar el tránsito de la vida a la muerte? ¿No deberíamos preguntarnos si realmente creemos en esa existencia espiritual posterior?

Y algo más, ¿no estaríamos confundiendo la situación dolorosa previa a la muerte con el proceso del morir? ¿No será la decadencia, el dolor de la enfermedad que es tanto físico como moral lo que nos ha llevado a demonizar el fenómeno? Las respuestas están en cada uno de nosotros, y aunque lo ignoremos, nos cabe la responsabilidad de respondernos. Tal vez, con la aceptación de que la vida sigue, lleguemos también a comprender las huellas del derrotero del miedo en este imaginario de la muerte.

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